http://www.hipersonica.com/criticas/big-bang-diez-tragos-para-beber-sin-moderacion
Cualquiera puede decir que la escena metalera española no es muy rica. Que nos dedicamos a tocar siempre lo mismo hasta la extenuación y el aburrimiento. Es fácil creer eso cuando los más reconocidos de nuestro país son grupos como Barón Rojo, Obús o Mägo de Oz, pero ahondando más podemos encontrar grupos la mar de interesantes con propuestas bastante refrescantes y curiosas. Entre los oscuros callejones del metal underground se encuentran bandas como Big Bang, dispuestas a darles un soplo de aire fresco a la escena de nuestro país.
Big Bang, explosión de genialidad
La propuesta de esta banda nacida en la ciudad de Badalona parte del rock/metal alternativo de bandas estandarte de nuestro país como Sôber y lo adereza con matices de metal progresivo. Los riffs propios del Groove metal adquieren sofisticación al añadir la influencia de Symphony X o de los Tool más rocosos y menos ornamentados.
Una formula interesante y atrevida que solo tendría sentido si está bien ejecutada. Con esa premisa es la que tiene que lidiar la banda catalana para ofrecer un disco disfrutable. ¿Cumple su segundo disco, Diez Tragos, con este reto? La respuesta es sí. Es un disco fresco y estimulante para el que sea fan del metal más alternativo de nuestro país, o también para el que disfrute con las progresiones más duras.
Diez Tragos, para fans del metal underground español
El resultado de aplicar la fórmula a los diez cortes en los que se divide Diez Tragos no resulta homogéneo. Cada corte presenta cualidades diferentes en cuanto a ritmo, potencia y experimentación. Dando un conjunto bastante variado para no dar pie a la reiteración y a la desidia en sus casi cuarenta minutos de duración. En todo caso, consiguen que ese periodo de tiempo se acabe pasando como si de un suspiro se tratase.
Todo ello realizado con unos músicos de buen nivel. Destacando sobre todo el buen papel de Francisco Rubiales con la guitarra, donde ejecuta riffs efectivos y con progresiones bastante vertiginosas. Por no hablar de esos solos que vienen aprendidos de la escuela de Robert Fripp, salvando las distancias con el mítico guitarrista de King Crimson. Otro que cumple con buen papel es el cantante Manuel Rubiales, aunque deja momentos que chirrían durante el conjunto (un aspecto para mejorar en el futuro).
Un prometedor futuro
Ciertamente no alcanza la categoría de mejor disco de metal del año, sobre todo porque la calidad es mejorable, en especial la primera mitad del conjunto, pero la segunda cumple con creces para hacer este disco más que disfrutable. Pero dejan una muy buena base para seguir mejorando en el futuro y así poder dar un verdadero petardazo que les impulse muy favorablemente en el metal español.
Lo bien tratado que está el sonido aporta un plus a composiciones como ‘Ver llorar Desiertos‘ o ‘La Eternidad‘, además de aportar contundencia a cortes directos como ‘Quien es quien‘ y ‘Descifrar los signos‘. En resumidas cuentas, el segundo larga duración de los badalonenses servirá de deleite para los que busquen algo más que los típicos grupos de metal que todo el mundo conoce, y además sienta una buena base para un más que prometedor futuro.
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